miércoles, 4 de noviembre de 2009

Un cambio de rumbo imprescindible

Si uno se para a ojear la prensa económica de nuestro país de los últimos meses, podrá comprobar que, más allá de una situación convulsa en el sector financiero patrio, propiciada por la brutal crisis que hemos padecido y padecemos, tenemos un sector en concreto que está pasando por un momento crítico; no en el sentido de necesitar operaciones a vida o muerte, que algún caso hay, sino más bien de necesitar un cambio profundo, una catarsis para afrontar los retos futuros con una saludable fortaleza. Este sector es el de las cajas de ahorro.

El pasado fin de semana ojeaba en El País un muy interesante artículo donde se presenta la situación actual de estas entidades y los posibles planteamientos de futuro para mejorar la gestión de estos elementos básicos del sistema. Y , sinceramente, creo que merece la pena entrar a analizar y valorar estos últimos.

Sin duda alguna, coincido plenamente con el planteamiento de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA): es imprescindible eliminar las injerencias políticas en la gestión de estas entidades. Sin entrar a valorar en detalle casos como la vergonzosa trifulca política provocada por el Partido Popular con motivo de la renovación de la cúpula de Caja Madrid (que se califica por sí sola), todo el mundo sabe que en una gran mayoría de casos las cajas de ahorro han sido un juguete financiero perfecto para que los políticos acometiesen toda clase de proyectos, sin entrar a valorar su viabilidad financiera ni los riesgos en los que se incurrían, y beneficiando, en algunos casos a personajes afines a los poderes locales.

Sirvan como ejemplo dos casos bien distintos pero muy similares: CajAstur es el principal (por no decir único) financiador de la nueva Área Residencial de Roces, megaproyecto de (en su mayoría) vivienda pública auspiciado por el Gobierno del Principado de Asturias. Por otro lado, y esto si es muy flagrante, el presidente de Caja España es, a su vez, dueño de un gran grupo promotor y constructor local. Y, claro, lógicamente, con la que está cayendo, a principios de 2009 varias empresas de este grupo duplicaron las lineas de crédito y avales que mantienen con Caja España. Estoy convencido de que han hecho lo mismo con otras constructoras leonesas, ¿verdad...?

Por tanto, y para evitar casos como el de CCM (cuyo proceso de adjudicación tampoco es que haya sido especialmente transparente), CajaSur (abocada por su situación a la fusión con Unicaja), Caixa Catalunya (caso similar al de CajaSur) u otras cajas con graves ratios de morosidad, es imprescindible sacar de la gestión de estas entidades a los poderes políticos. La propuesta que realizan desde Analistas Financieros Internacionales (AFI) es muy interesante, y puede ser complementada.

Una de esas medidas que podrían complementar la ya indicada desde AFI sería la transformación de las cajas de ahorro en holdings (virtuales), separando y haciendo independientes los tres grandes "negocios" de las cajas: la obra social, la corporación industrial y el negocio puramente bancario.

Las obras sociales podrían transformarse en fundaciones, donde se ejercería el control social (lease control político) de los beneficios sociales generados por las otras dos ramas del holding. Estas fundaciones se financiarían (exclusivamente) con unos porcentajes fijos (lo lógico sería establecer entre un 25% y 50%) sobre los beneficios tanto de las corporaciones industriales como del negocio bancario. Estas fundaciones serían los accionistas de referencia de ambos negocios aunque no deberían de poder ejercer un poder absoluto sobre ellos, ya que de ese modo caeríamos en los mismos errores actuales. En este marco, la emisión de cuotas participativas con derechos políticos propuesta por AFI es básica.

Con respecto a las corporaciones industriales, estas deberían de englobar toda la cartera de empresas participadas excluyendo el negocio bancario: desde compañías de seguros a inmobiliarias pasando por lineas aéreas, energéticas, etc. Lo más beneficioso sería que estas corporaciones cotizasen en bolsa, como ya lo hace Criteria, ya que de esta forma, aparte de gestionar proyectos clave desde un punto de vista político, estarían obligadas a que las inversiones realizadas fuesen rentables, y no solo con el fin de financiar la obra social de las fundaciones.

Finalmente, el negocio bancario podría transformarse en Bancos "per se", aunque sinceramente creo que sería muy beneficioso darle un giro a la orientación del negocio que actualmente realizan las cajas. Como dice un tal Emilio Botín, que, estarán conmigo, de esto sabe algo, en el negocio bancario es necesario volver a lo básico. En el caso de las cajas de ahorro, esta necesidad casi se convierte en obligación. Si chirría el hecho de que entidades de solvencia contrastada se vean envueltos en problemas como el de las coberturas de tipos de interés (ya comentadas en este blog) o el de la venta de bonos basura, el hecho de que haya al menos once cajas de ahorro cuyos clientes se quejan de las coberturas de tipos que estas les han vendido y al menos otras cuatro (directamente o a través de sus divisiones (Bancos) de Banca Privada) cuyos clientes se quejan de los bonos basura (de Lehman Brothers o los bancos islandeses) que les vendieron.

Es necesario que el negocio bancario de las cajas de ahorro vuelvan a la venta de productos tradicionales, con una adecuada gestión de los riesgos y un buen asesoramiento, de forma que problemas como los anteriormente descritos no vuelvan a repetirse. Quizás deberían de aplicar la máxima de vender los mismos productos al que tiene 50€ y al que tiene 50 millones, adaptándose a cada circunstancia. En definitiva, volver a ser las entidades que eran, pero con el tamaño necesario para poder afrontar los desafíos que ha generado la crisis financieras.